Parecemos Niños

Por qué me atraes tanto, por qué me siento tan feliz dentro de tu metro cuadrado, por qué estar contigo es la única vez que me siento vivo, por qué respirar en el mismo espacio que el tuyo se vuelve adictivo? Pitear del mismo cañito que nos eleva y nos pone colocaditos conversando de todo un poquito. Me arriesgo y después de abrazarte te rozo suavecito el cuello con mi boca. Beso el lóbulo de tu oreja. Apenas toco tu piel perfumada con mis ardientes labios. Desciendo entonces por tu mejilla y en el borde de aquello diviso tus labios que sonríen levemente placenteros. El borde de mis dedos busca el surco profundo que divide tu espalda. Rozo tu mejilla con el dorso de mis dedos, abro mi mano y tu recuestas tu mejilla delicadamente en ella. Veo como el placer de tus labios aumenta y entonces. Nos lanzamos al vacío. Mis dedos desvarian perdidos sin remedio en el zip de tu sostén. Pierden la partida, pero innovan y en su travieso juego corren la cortina que atrapa tus senos. Tus labios y los míos se funden, danzan nuestras lenguas, nuestras miradas se cruzan, tus hermosos ojos achinados me hablan. Me recitan la poesía salvaje y sublime de este momento, me dicen te quiero, te amo.
—Y yo igual te quiero. Te amo.

Nunca me sentí tan libre. Nunca te sentí tan libre. 
Ahora estoy solo. Estoy solo y me deleito en el recuerdo de ese momento que duró toda la noche.
Tú y yo dormímos juntos, como otras veces, nos besamos apasionadamente, no hubo mas sexo que ese. Disfrutamos viendo la luna. Mostraba su mejor lado
—Brilla tan clara que hasta se le ve la cara—dijiste y yo me quedé pegado buscándole los oídos, los ojos los labios.
Nos sorprendimos al ver la hora, son las seis de la mañana. Nos tiramos en una cama que hay en tu terraza, a ras de suelo. Miramos las ramas del palto, las palmeras, las María Juana. Nos fuimos a tu cama, te quedaste dormida plácidamente. Yo miraba tu espalda, tu pelo, tus dedos de uñas rojo fuego pintadas, se asomaban por arriba de tu hombro izquierdo, sentí que me miraban extasiadas, felices.
Me sentí tan vivo y no tenía sueño. Llevaba veinticuatro horas despierto y no tenía nada de sueño. El tiempo a tu lado se acababa.
Debo irme. Dejamos pa la otra el ceviche.
En el umbral de tu puerta nos besamos de nuevo. Traspase el umbral y nos despedimos afuera, en el antejardín de tu casa, con un breve y apasionado beso. Desde atrás de tu ventana me dijiste adiós, yo te miré desde dentro de mi auto y te correspondí el adiós.

Unos cuantos kilómetros mas allá no pude más y me detuve a un costado del camino. Te escribí y conversamos, compartimos el gozo mutuo de haber estado juntos.
—Gracias por una maravillosa velada. Estar contigo me inspira a escribir de la belleza de vivir. Te amo sin posesión y sin cadenas, te amo por tu individualidad, por ese ser que eres lleno de autenticidad.
—Mi amor, era tan especial eres tan tierno eres tan dulce. 
—Estar contigo fue un masaje para mi corazón y que no sentía hace tanto tiempo, desde la última vez que nos vimos.
—Fue increíble reencontrarnos.
—Si..., estoy aquí detenido a la orilla del camino arrojando suspiros al asfalto.
—Como sería que no nos dimos cuenta de la hora y de repente estaba amaneciendo !!!!
—Increíble..., no podía creer que estuviera amaneciendo.
—Y nos acostamos en el colchón hasta que amaneció. Parecemos niños. Jajaj. Me gusta.
—Jajja eso fue hermoso, una volá totalmente hippie.
—Me encantó todo.
—Siiii y tapados!!
—"Parecemos niños"..., que her-mo-so.
—Me siento un niño a tu lado. Un niño viejo y feliz.
—Rico
—Feliz de haber vivido tantas cosas para encontrarme contigo.
—Estás estupendo 😍
—🙈 Me encanta que me lo digas.
—Es verdad, te ves regio.
—🥰 Abrazarte, un sueño. Besarte, el paraíso. Me gusta tanto besarte. Es increíble que pese al tiempo esa sensación no se olvida.  Te amo..., descansa. Millones de besos para ti.
—Dibujo un corazón en el aire y de él brotan muchos corazones, de mi para ti.
Y así termina esta historia. 




No hay comentarios.: