Mostrando las entradas con la etiqueta emprendedor. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta emprendedor. Mostrar todas las entradas

Mañana sera otro dia


  


Esa mañana te levantaste muy temprano, como era tu costumbre, ignorabas que hoy era once de septiembre. Un día semi nublado se desmarcaba en tu casa vestida de ese verde musgoso que tanto odiabas. Una atmosfera de olor relente llenaba todo, al punto que te molestaba profundamente. Tus pasos se dirigieron a la cocina, entonces, sumergiéndote en tu rutina diaria pensaste en preparar el desayuno para Lucy, tu fiel compañera y esposa de toda la vida. Una gota de sudor frio cruzó tu frente, pero tú seguiste sin prestarle atención. Te sentaste por un instante y tomaste lápiz y papel planificando lo que seria tu próximo negocio, el que te permitiría salir del atolladero al que habías descendido. Entonces, como nunca antes, la nostalgia te abordo, un escalofrió recorrió tu espalda, y el sudor ahora empapaba las palmas de tus manos, al mirarlas recordaste aquel verano perdido en el tiempo, en que junto a tu gran amigo Ricardo, se fueron de paseo a la localidad costera de Ventanas. Con las puras patas y el buche, no tenían ni uno, pero gracias a tu ingenio y un triciclo que conseguiste de una charla con un parroquiano la noche anterior, emprendiste un negocio de compra y venta de cosas usadas. Luego, gracias al capital que lograron reunir de tal empresa, se dieron unas vacaciones familiares que serian recordadas por mucho tiempo. Inolvidable fue también aquel verano en la localidad de Quintero, donde, haciéndolas de dueño de un restaurant que arrendaste a orilla de la playa, empleaste a media familia, y una vez mas lograste la satisfacción del triunfo.
Seguro estabas entonces de que podrías lograrlo nuevamente. Como tantas otras veces te distes fuerzas y trazando una línea ininteligible de números y palabras sobre un papel, esbozaste lo que parecía una oficina con varias puertas continuas y las emprendiste con una idea nueva que comenzarías hoy mismo. No obstante, tu destino aquel día ya estaba trazado y no pudiste contener un fuerte calambre que vino desde tu interior y te obligo a abandonar por ahora aquel ambicioso proyecto que esbozabas en el papel. Con la escasa fuerza que te quedaba llamaste a tu esposa, esa que te acompañaba desde joven, y que seguía fielmente cada una de tus ideas pese a los malos tratos que te brotaban a veces de no sabes donde y ese gustillo por el alcohol dejado atrás hace un año ya. Lucy a tu lado camino al hospital se veía ansiosa y apretaba fuerte y delicadamente tu mano, rogando a Dios que nada malo te ocurriera. Tú, ya recuperado del susto le ordenabas al medico de turno que te dejara volver a casa, seguro de sentirte bien y no queriendo que se te fuera a ir la oportunidad de seguir con el proyecto que estabas hilvanando. Entonces, como nunca, un dolor punzante como una puñalada te traspasó desde la espalda al pecho, obligándote a retorcerte en la camilla. Superado el horrible dolor te levantaste y sintiéndote como en otro lugar abriste una puerta la que a su vez te condujo a un pasillo donde varias puertas te conducían a diferentes habitaciones, en una de ellas te encontraste con tu oficina y supiste que lo habías logrado una vez mas. Estabas en tu nueva empresa, te arrellanaste en tu butaca y buscaste aquella idea que habías olvidado arrugada en tu bolsillo una mañana cualquiera. A lo lejos se podía oír una música como de Juan Gabriel.


Dedicado al tío Jorge Castillo, a quien no conocí personalmente, fallecido inesperadamente el 11 de septiembre de 2007