Lo siguiente es una trascripción de un relato acerca de un paseo que
emprendimos con algunos compañeros de curso
en diciembre de 1984, la aventura en si fue toda una epopeya, sin plata, fuimos los mas desordenados del curso, expulsados del lugar de alojamiento, con hambre, con nuestras hormonas adolescentes disparadas, en dictadura. Una cantidad de problemas que ciertamente anunciaban el fracaso de la aventura aun antes de comenzar,
pero dadas las circunstancias,
y ya que la mayoría eran mayorcitos, sobre 18 en promedio,
nos la jugamos y un día 15 de diciembre de 1984 nos juntamos, un puñado de compañeros del 4ºD de la entonces Escuela Nacional de
Artes Gráficas.
Desde el viejo terminal de buses norte, ubicado entonces en general mackenna cerca del mercado central de Santiago,
un viejo destartalado bus azul y blanco de la línea
" TRANSMARBUS" era el encargado de trasladarnos hasta el puerto de Quintero, en nuestras mentes emoción, primer viaje, para la mayoría, lejos del yugo paterno.
Ahí estábamos rumbo a la playa, por sinuosos caminos que dejaban entrar el polvo,
por las desvencijadas ventanas del bus, las paradas y los refugios
en medio de la nada se sucedían cada tanto y la conversación entusiasta inicial daba paso a la siesta y el aletargamiento, casi cuatro horas demoraba entonces el viaje.
Bien hasta ahí mis recuerdos, ahora me limito a transcribir aquello que con mi torpe escritura de 16 años me dedique a escribir por aquellos años, así me perdonara el señor lector las deficiencias que pudieren encontrar en la narración misma, esta no ostenta ninguna ambición literaria, solo se limita a narrar lo que en ese entonces encontré relevante; luego de muchos años me he reecontrado con algunos de los protagonistas de esta aventura,
sus historias se cruzan con mis recuerdos y al pasar de los años
se han mitificado muchos de los hechos que allí ocurrieron, es lo bueno de la memoria, al irse añejando, va condimentando,
agregándole taninos a esos buenos recuerdos, así sus historias probablemente sean tan validas como la mía.
Como sea aquí les va:
dedicado a mis amigos de entonces: Claudio Baeza, Adalio guzmán, Héctor López, Claudio Lagos, Fernando Muñoz, luego Leslie Huidobro, Florencia Trujillo, Mariela Pinto, Sandra Muñoz, Judith Lobos
Primer día:
sábado 15...., en la mañana temprano la partida al terminal de buses Mapocho con un bolso y un saco de dormir, una vez allá los saludos y el abordaje al bus, luego alrededor de las 9:20 a.m. el bus emprendía camino hacia la quinta región; aun recuerdo las vividas imágenes de Santiago en la mañana, dejado atrás a lento ritmo. así tras un largo y agotador viaje perdido en la monotonía de los pueblos y el polvoriento camino, al fin llegamos a Quintero, 13:45 hrs., luego de subir por una empinada avenida por los cerros hacia nuestro lugar de alojamiento, "El Refugio", un hangar de ladrillos
de unos cuatro metros de altura por unos quince de largo, sin cielo,
y unas altas ventanillas que escatimaban la luz que se desprendía de entre los eucaliptos, equipado con una hilera de camarotes de fierro y unos colchones de lana, un lugar horrible realmente, especie de
campamento militar según la comparación de uno que sabia de esas cosas, entonces vino el conformarse unos a otros, no quedaba mas.
Así luego del almuerzo, alrededor de la cinco de la tarde,
bajamos a la playa, para recibir al resto que venia viajando en tren por la vieja ruta a Valparaiso, mientras unos se bañaban, otros, que iban llegando eran arrojados al agua con toda su ropa encima, de nada servían sus protestas y pataleos, primero dos, luego un apoderado, luego otro y otro. Asi empezaba el primer día, de vuelta en el refugio jugamos Taca-Taca, conversamos, nos bañamos y luego cenamos, para alrededor de las 10 de la noche, bajar al centro, solo para aburrirnos, nos separamos y unos partieron a las discos Mau Mau otros a la Waikiki, el resto caminamos por la costanera.
De regreso nuevamente, nos abandonamos en una partida de naipes junto a una piscola y unos panecillos, para cerca de la dos de la madrugada acostarnos, pero en lugar de dormir y una vez apagadas todas las luces empezó el caos, repartiendo tablazos en la oscuridad
a diestra y siniestra, arrojando los colchones al suelo, despertamos a los que ya dormían, entre estos unas mujeres y el profesor jefe
don Juan Lobos, que de milagro se escapo de recibir un tablazo, finalmente empezaron a volar las cabeceras por los aires junto con las tablas bolsos y de un cuanto hay, sellando todo esto con una lluvia de petardos; Lobos entonces, sin comprender mucho, comenzó a pasearse con un palo en el hombro y en la penumbra de un lado a otro del lugar,eran como las cuatro de la madrugada y la calma al retorno al fin.
Segundo día:
Domingo 16..., luego de un paupérrimo desayuno a cargo de la dueña
del lugar, una mujer baja y regordeta que no ocultaba su malestar
hacia nosotros, el profe jefe Lobos se encargo de reunirnos y comunicarnos que algunos de nosotros, entre los que me contaba
por cierto, deberían ser, "relegados" (jerga de la época), a Santiago.
Considerando esto como una sobre reacción represiva ante los hechos acaecidos la noche anterior, todos los alumnos formamos un bloque
en contra de semejante postura represiva, asi, sin permitir que
pasen por encima nuestro decidimos "todos" abandonar el lugar,
Lobos que no esperaba esto, corta por lo sano y decide regresar
de inmediato a Santiago junto a los apoderados, llevando consigo
el resto del escaso dinero. Asi nosotros haciendo ver nuestra
molestia enrumbamos hacia Loncura, a la casa de un compañero,
pero antes y viendo, yo creo, lo absurdo de nuestra postura,
en la tarde de ese dia retomamos el dialogo con el profe Lobos,
quien, accediendo a nuestros ruegos, decide quedarse,
amonestadonos por supuesto, y aconsejandonos que moderaramos nuestra conducta.
En tanto nosotros, cerca de un lugar llamado la "Cueva del pirata" conocimos a cuatro alumas del Liceo I, luego bañandonos
en la playa "El Durazno", nos presentaron a otras del grupo,
mujeres bellas y cultas, en su mayoria, hicieron despegar
al ritmo de las olas nuestras hormonas adolescentes, encima
tocaban guitarra y cantaban canciones de Silvio y Quilapayun,
una de ellas incluso ostentaba en su pecho una gargantilla con una mano empuñada simbolo de revolucion, era el paraiso
(ahora que los años han pasado creo que despertamos en ellas
su sentido de compasion, que podian ofrecerle un puñado
de muchachos pobres feos y desgarbados, como esas mujeres
que adoptan perritos o gatos callejeros).
Esa misma tarde fuimos invitados a acompañarlas a su refugio,
que distaba años luz de nuestras instalaciones, luego de
convidarnos once, muy bienvenida por cierto, nos invitaron
a pasar a la terraza, en donde hicimos dinamica grupal para luego separarnos en pequeños grupos de cinco o seis individuos donde
todos daban su opinion y eran escuchados, permitiendonos hablar
de nuestras vivencias mas intimas, una retro alimentacion
increible por cierto.
Luego de esta increible experiencia para unos,
cerca de la medianoche fuimos bajados de las nubes para descender directamente al infierno, en las calles solitarias del puerto a esa hora, encontramos a unos cumas que nos increparon y amenazaron
sin razon prometiendonos esperarnos para al regreso darnos
nuestro merecido,uf, en el centro compramos un turron de mani
para cada uno y petardos para todos, asi cautelosamente
premunidos de piedras y guijarros, subimos cautelosamente, por
suerte no encontramos a nadie.
Al regresar a nuestro refugio aquella noche nos acostamos tranquilamente, apagamos la luz, sin despertar a los que ya
dormian hace horas, luego de unos minutos, caos total nuevamente, tablas, cabeceras, gritos, colchones, petardos, todo volaba por los aires, uno de los petardos fue a caer a un saco dormir y dejandole un forado de unos veinte centimetros, otro cayo sobre un colchon y empezo a echar humo, la escena era dantesca, al fin cerca de las
tres de la mañana volvio la calma y se dio lugar para el sueño.
Tercer día:
Lunes 17..., al desayuno ni una palabra oficial de lo ocurrido la noche pasada, pero si una evidente tension entre el grupo que decidio estar del lado de la autoridad y aquellos que por el contrario lo unico que queriamos era pasarlo bien.
Asi las cosas, bajamos al puerto y por la playa nos encaminamos
hacia la vecina localidad de Loncura, ahi visitamos la casa de uno de nuestros compañeros, para, en caso de que nos echaran de donde estabamos ir a alojar ahi, pero el lugar lucia abandonado y sucio, destruido casi, deprimente en verdad, aburridos nos fuimos a la
playa y en medio del ocio compusimos unas estrofas en honor
a nuestro profe jefe que rezaban mas o menos asi
(nada muy original por cierto):
"al ritmo del profesor rosa"
"Profesor Lobos y sus enemigos,
nos trajo a Quintero para mostrarnos lo penca que es, nos trajo a un refugio lleno de pulgas
y unos colchones y unos somieres pa' la ca....
En fin, cerca de la una de la tarde regresamos a Quintero y luego de almorzar bajamos tranquilamente a la playa "El durasno",
ahi cantamos, gritamos y nos desahogamos,tambien nos bañamos por supuesto, e hicimos amistad con el salvavidas del lugar, quien nos dio catedra de su profesion resaltando lo arriesgada que era.
A estas alturas unos ya empezaban a desertar, asi se fue primero un compañero luego otros dos y un apoderado.
Los que ibamos quedando nos sentiamos mas unidos conforme iban pasando las horas, asi, aun en la playa, en la noche nos pusimos a beber, entre cuatro le dimos el bajo a cerca de dos litro de piscola,
la borrachera fue terrible, todos llorabamos y nos sincerabamos,
fue ahi cuando nos acercamos a nuestras amigas y les presentamos a uno de nosotros como un eximio guitarrista siendo que este
no tocaba ni una sola nota, cuando se dieron cuenta la risa fue total, hasta el mas timido echo fuera su personalidad oculta,
yo estaba en uso de mis sentidos pero con un mareo increible,
lo peor era que debiamos subir como cuatro largas y empinadas
cuadras, por suerte nos encaminaron nuestras amigas, al llegar
al refugio hubo algunos malentendidos y llamados al orden
por parte de la dueña que no pasaron a mayores, a mi me dio una cargada taza de cafe sin azucar, que horrible sabor tenia eso,
pero lo trague esperando vencer de una vez las vueltas que
giraban a mi derredor, recuerdo que dentro de mi padecimiento le preguntaba a todos como era que habia llegado hasta ahi si recien estaba sentado en la playa, al otro dia recorde todo el episodio,
incluso como uno de nosotros se habia resbalado en una escalinata y casi se borro la nariz, y como el mismo tipo invento una melodia y se extendio cantando por horas, creo que asi concluye este dia.
Cuarto día:
martes 18...., ya a estas alturas y aunque solo habian pasado
tres dias, parecia que habia sido un mes, asi la chispa se iba agotando
y la normalidad nos invadia poco a poco, si hasta el aseo hicimos hoy dia, nuestro tutor y profesor jefe se fue de madrugada a Santiago y yo con la caña y confundido buscando infructuosamente mis toallas robadas la noche anterior al parecer, vino el almuerzo intragable, por supuest a la dueña solo le interesaba que nos fueramos, en fin , casi nadie comio, asi las cosas el plzao para estar ahi habia caducado y sin mas nos echaron a la calle amenazando con traer a la fuerza publica (que en ese tiempo no se andaba para bromas), luego de estar un rato en la playa y meditar nuestra paueperrima situacion regresamos por ultima vez a aquel lugar, yo a secar mi ropa, pues me habia llegado el turno de ser arrojado al mar.
En el refugio hubo un par que quizo habibarse y sustrajo un par de frazadas, por si teniamos que dormir en la playa, pese a mis advertencias de que lo mas seguro era que salieran pillados, salieron disparados del lugar con sus mochilas recargadas, esto desperto las sospechas de la dueña, o cuidadora (ha esta altura no lo tengo muy claro).
Entonces me pidio que la acompañara a revisar, registro el lugar y lo encontro normal hasta que fue a la parte de atras, ahi encontro
revuelta una ropa vieja que guardaba, entonces enfurecio y las cargo conmigo alegando que le habian robado y que enseguida llamaba a Carabineros, me dio una ultima advertencia de que si no alcanzaba al
par que habia huido sin despedirse me iban a llover las penas del infierno, angustiado corri cerro abajo dandole alcance a mis compañeros cuando ya iban llegando a la playa, luego de narrarles lo sucedido, abrieron sus mochilas y escondieron las frazadas en un hueco de una muralla, de regreso al refugio me encontre con otros dos compañeros a un costado de la calle les dije:
-entren al refugio que la VIEJA se volvio loca!!
Ignorando por completo que la aludida estaba atras mio, mis compañeros enmudecieron, la mujer tambien, el susto que me lleve al verla fue insolito; al fin luego de llantos y cinismos, dimos por superado el impasse. Nosotros regresamos a la playa a reunirnos con el resto,
y por supuesto con nuestras amigas, asi al eco de las notas de la guitarra, pensando en los ultimos acontecimientos se nos fue el dia, el ultimo bus a Santiago ya habia partido, no habia esperanza de regresar esa noche.
Se hizo de noche y aun no tenemos idea de donde vamos a dormir, ya han pasado rondas de carabineros y nos han advertido que no podemos quedarnos en la playa por motivo del toque de queda, finalmente la playa quedo desierta, solo eramos nosotros y nuestra locura juvenil,
uno dijo "la Fuerza Aerea"... muy tarde, otro dijo "por ahi hay un
sotano abandonado, vamos para alla", fue entonces que Claudio,
a quien apodabamos Quelentaro, por su apego a la
poesia y las letras, sujirio, con mucho temor creo yo, que fueramos
a alojar donde su padrino quien vivia en uno de los cerros, era
cuestion de dar con la direccion y listo, asi llegamos a esta casa cerca de la medianoche y su dueño nos recibio amablemente dandonos una atencion de primera, a cuatro de nosotros los dejo dormir dentro de su auto, un colectivo amarillo Peugeot 305, la noche fue sofocante e incomoda, interminable, si habrias las ventanillas entraban los zancudos, si las cerrabas te sofocaba el calor, pero al menos
era un sitio seguro donde dormir, y donde no seriamos detenidos por vagancia ni nada de eso.
Quinto día:
Miercolés 19...,un dia nublado como todos los anteriores, ecepto el sábado que estuvo esplendoroso, el padrino nos dejo quedarnos en su casa, ahora a cargo de Claudio, quien se lucio con un almuerzo de arroz con choritos, de chuparse los dedos, de fondo se escuchaba Favio marcando para siempre con su musica este momento en nuestras vidas, el dia paso sin sobresaltos ni sorpresas, en la tarde cuando nos bañabamos en el mar, las nubes dieron paso al sol que, otra vez, alumbro esplendorosamente, cayo el crepusculo y recien entonces logramos que un compañero que gozaba de hediondes en los pies,
como tristemente descubrimos la noche anterior, se lavara en el mar, luego de un reponedor baño en casa del padrino, regresamos al centro de Quintero, y caminando mientras conversabamos, la tarde estaba clara y unica, esta noche somos los invitados de honor de una convivencia a realizarse en el refugio de nuestras amigas del Liceo I, pero nuestra alimentacion ha sido escasa, estamos agotados e increiblemente no queremos ir al evento, dieron las diez y media de la noche y recien nos decidimos a subir, al llegar nos recibieron increible, se supone que la cosa era con colaboracion pero llegamos con las
manos casi vacias, si embargo no hacia falta llevar nada, habia de
sobra para comer, algunos comian, otros conversaban, otros bailaban, otros dormian, al volver a la casa, escuchamos las frustraciones de
"el Cura" , Fernando, un compañero que estaba decidido a ser Cura,
esa noche estaba decididamente frustrado, en una choque con su vocacion, nos pidio consejo, se habia enamorado y era correspondido, estaba destruido interiormente, no tenia claro que hacer, y asi terminaba este dia, un poco lateados.
Sexto día:
Jueves 20..., hoy temprano por la mañana fui a vender mi pasaje, pero fue imposible, asi el plan de regresar todos juntos en tren por
Valparaiso no va a poder ser. Nos despedimos del padrino dandole infinitas gracias por su hospitalidad. Una vez en la playa con todos nuestros pertrechos, mochilas, frazadas, sacos de dormir, nos juntamos con nuestras amigas, conversamos y jugamos en la playa, nada muy trasendente, "el Cura" se ha ido lejos con una de las niñas del Liceo, nosotros estamos hambrientos, sin poder almorzar, un grupo de niñas forcejea con nosotros intentando lanzarnos con ropa al mar, yo astuto, me libre pues ando con trajebaños, uno de los jovenes lugareños, amistades que hemos hecho, nos ofrece su casa para que nos cambiemos.
El tiempo ahora parece transcurrir rapidamente, estamos esperando
solo la hora de separarnos y esperando que aparesca "el Cura", que cuando pasan las tres de la tarde no da señales de vida, lo peor es
que el ultimo tren de Valparaiso sale a las 16:50 horas y ya son las 15:40, la hora pasaba entre bromas del destino del cura y el de la niña que, atea como era, iba a volver conversa al catolicismo, su madre estaba desesperada buscandola, en tanto unos compañeros volvian
de buscar a la perejita sin ningun resultado.
Siendo cerca de las cuatro y media aparecieron escoltados por su madre, la despedida fue rapida, aun habia un tren que salia a la seis,
asi que se marcharon cada uno por su rumbo, yo me quede solo,
bueno casi, el mismo lugareño que mencione anteriormente me hizo compañia hasta que me subi al bus, no sin antes ir a la playa del papagayo a contemplar el pacifico por ultima vez ese año de 1984.
En la lejania del polvo se pierden algunos pueblitos, hasta que
por fin me duermo, al llegar a Santiago me recibe una marea de ruidos
y luces, humo por todas partes, autos, bullicio, asco.
un veraneante cualquiera
Santiago 31 de Diciembre de 1984 MCMLXXXIV