Asi era, nuestro paisaje constituia la linea del tren, sus viejos robles durmientes, sus clavos que cada tanto estaban sueltos y permitian el juego de sacarlos para llevarlos como algun recuerdo a casa, o simplemente dejarlos en la linea esperando que pasara el tren para aplastarlo y mandarlo disparado quien sabe donde. El caminar ocurria en cualquier estacion del año, ya fuera despues de una torrencial lluvia invernal o bajo unos 35 grados celsius abrazadores en diciembre. El entorno carecia de toda magia si le quitabas aquel par de rieles serpenteantes hacia el lejano poniente. Aquella ruta marcaba nuestras mejores conversaciones, y nuestros mejores desahogos, antes que naciera en nosotros la inquietud de aparearse con las feminas del salon del reino, antes de nuestras primeras espinillas, antes tambien de que conocieramos la palabra trabajo, antes de todo y junto atodo despues estuvieron ese par de rieles.
Ahi estuvo la vieja chanchiteria que cada noche dejaba oir los berridos de los cerdos agonizantes, desde aquel costado de lineas, y cayeron un dia los viejos alamos que daban descanso en un fatigoso dia de verano.
2 comentarios:
los años formativos que le llaman, cuando uno creía en un futuro mesiánico. Lindos recuerdos, le faltó la camarita pocket, la baba de rieles matutinos. Salú.
AM
HAbria que acotar que en la actualidad y valla a saber por que modernizmo, los rieles fueron arrancados de su sitio y no se sabe que va apasar en un futuro
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