Entonces me encargo que le comprara en la semana el resto de las partes y piezas, así ese mismo lunes siguiente le compre un par de ruedas aro 26 las que consistian en un juego de llantas de aluminio, camara de ule, y sus respectivos neumaticos, tambien se le agrego a la compra el plato con los pedales y cables y piolas para los frenos y cambios, al llegar a casa y en ausencia de Andres decidi comenzar a armar la bicicleta, para darle la sorpresa, pero grande fue mi frustracion luego de descubrir que las llantas no eran las apropiadas para el cuadro; abandonando por mi parte el trabajo espere la llegada de mi hijo para darle la mala nueva; el al ver las piezas empezo a intentar de ajustarlas inmediatamente inconforme con mi anterior diagnostico, y asi fue que como por magia logro encajar la rueda trasera, la delantera no pudo pues topaba con el soporte para el freno, sin frustrarse tomo unas medidas y pidio mi consejo, su idea era simple, le faltaba tan solo un centimetro para encajar la rueda, lo mejor seria rebajar el entraste o cortarlo definitivamente, tras mi consejo, un poco desalentador, debo reconocerlo, decidio pedir una segunda opinion y fue tras su abuelo quien no dudo en apoyarlo y sierra electrica en mano se aboco a la tarea de ayudar a su nieto.
Y así fue que cuando alcanzo su objetivo, sus ojos brillaban al girar de los rayos en el vacio de las vueltas, ahora solo faltaban algunos detalles.
Se topo con el inconveniente de que los frenos quedaban un poco mas lejos que lo habitual de las ruedas, pero sin darle mayores vueltas le busco rapidamente la solucion. Ahora ya estaba casi listo solo unos pequeños toques mas y ya, atemorizado por salir solo ya que hace solo un año le robaron su anterior bicicleta me insistio el domingo a que le acompañara donde el maestro para que le ajustara los cambios. Ese domingo almorzo a toda prisa, se arreglo y practicamente me jalo del brazo para que le sacara a pasear junto a su hermano, recorrimos la ciclovia de pajaritos y luego bajamos por las torres a simon bolivar y de ahi volvimos a casa, fueron un par de horas de paseo. Pero Andres queria el estreno en grande, entonces aprovechando que las clases se atrasaron una semana mas, el lunes en la tarde me convencio para que fueramos al Cerro San Cristobal a unos 10 kilometros de casa.
Pio Nono - Barrio Bellavista:
(puedes agrandar las imagenes al pasar el mouse sobre ellas)
Asi y despues de haber pasado una aventura con un taxista loco que nos persiguio por los alrrededores de la Quinta Normal, y luego de una detencion para descansar en el "Forestal",
frontis Museo Nacional Bellas Artes
Gonzalo fue quien mas sacrificio hizo:
Al final nos sentimos felices por el logro de haber llegado hasta acá:
Así que continuamos subiendo:
pero como siempre el camino facil duro poco, y una vez mas nos aventuramos:
a Gonzalo se le hundian los pies en la abundante tierra de hojas:
entonces llega el momento de descansar unos minutos :
luego Andres subio a investigar dando con la casa de un ermitaño al que le consultamos por donde seguir y solo se limito a decir "siga el tubito y llega"; asi que seguimos para encontrarnos con un desfiladero poco auspicioso
de ahí encontramos un sendero, por un minuto olvidamos todo el cansancio, y nos rapidamente por un costado de la ladera, sin sospechar que aún quedaba demasiado para llegar a nuestro destino.
Luego de curvas y curvas con escaleras de palo, nos tiramos a un lado agotados, exhaustos, pero contentos de poder disfrutar la vista unica.
Aquí Andres señala la fuente de aguas danzantes de Salvador - Providencia:
finalmente y luego de casi tres horas de ascenso escarpado por más de 1800 metros; llegamos a la cima, nos causo risa un letrero que advertia que el sendero no era para ciclistas, en fin, ya estabamos en la cumbre, al lado de la imagen colosal de la Virgen Maria, pero ni ella nos salvo del pinchazo que sufrio la Bici de Andres en la rueda delantera.
Luego de tratar infructuosamente de tapar el pinchazo (la misma espina, un chicle), decidimos decender caminando, sin embargo la rueda pinchada se desbocaba cada ciertos metros y la oscuridad era total, en esas condiciones llegamos hasta la parada Tupahue del Teleferico, lugar en que un amable personaje que conducia un furgon acepto bajar a Andres y su bicicleta hasta Pedro de Valdivia, junto a Gonzalo bajamos en nuestras bicicletas normalmente.
La pesadilla aún no concluia, todavia debiamos ver como llegariamos a nuestro destino, en casa estaba Fanny con quien habiamos conversado un par de veces de la situacion no mostrandose muy convencida a auxiliarnos.
En esos pasaron raudos dos ciclistas por nuestro lado, yo les grite si llevaban algún parche, a lo que ellos inmediatamente se devolvieron a auxiliarnos, gracias a estos dos samaritanos, pudimos regresar normalmente a casa.
FIN
2 comentarios:
espectacular narración, me gusto sobre todo la parte en donde explota la sirena y en donde saltan los delfines, en fin sigue asi.
Saludos
Notable tenacidad y entusiasmo del Andrés.
Que buen relato, los acompañé durante todo el trayecto.
Saludos.
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