El Olvido




Un nuevo fin de semana trae lluvias y aludes sobre nuestras cabezas, nosotros caminamos entre la semi lluvia del forestal llevando en nuestros hombros el peso de la pena, de la distancia traducida en la no reconciliación, en el apartarte para siempre, nuestros vínculos por defecto acompañan esta serenata extraña que se deja arrastrar entre los adoquines y el pasto de pronta primavera, sus brazos se aferran como si quisieran retener aquel pequeño momento, brazos pequeños aun, entre tejiendo la bruma de mis pensamientos, descubriendo la resaca de noches y noches en vela buscando respuestas a jeroglíficos que dejaran nuestros abuelos trazados en estas mismas piedras, el río bajando con fuerza inconmensurable, y tus pasos manteniendo la distancia, migas de pan que se transforman en objetos de observación, la comida, la prima, los pescados y sus cabezas, olores de mercado, todo pierde realidad ante esta increíble borrascosa del tiempo diluido, y te marchas en tus pensamientos, veo que te alejas una parte de ti lucha por aferrarse al cariño, ese sabor que ya has olvidado, ese abrazo que no te trae sino confusión, desesperanza, dejando ir a cualquier lado la desilusión, lejos en el asiento delantero, a un lado el me habla de la poetisa desnuda, la descubierta en su pecado de amor, la hija maltratada, la desterrada, la asesinada, y todo se trata solamente de eso, de amor, de desamor, como descubrir que no podemos vivir el uno para el otro como una vez juramos, nuestro corazón entonces estaba fusionado, uno éramos esperando lo mejor de los años, mirando a los viejos abrazarse, enternecidos, alabando largas uniones, obnubilados con esos diplomas de años en la pared de su dormitorio, sin saber que estábamos equivocados, que el mérito no estaba en el tiempo, que tus pensamientos un día se desprenderían de los míos, no mas alojada en esa fragilidad demencial de unos años atrás, buscando tu propio destino, para probar, para ver si es posible, establecer ese nuevo orden personal y paradisíaco lejos y en la punta de cualquier cerro. Es tarde, domingo llega a su fin y tus brazos buscan los míos, tu cabeza se acurruca en mi pecho, susurras un no quiero, sabes que es imposible, que esta felicidad de lluvias pre primaverales, de hijos amados, de esposo entrañable, de pisco sour , maní y películas de cable, todo es fugaz, como nuestra mínima existencia, vale entonces la pena, rozar aunque sea infinitesimalmente ese paraíso perdido, recordar que aun hay esperanza, que todavía podemos construir algo juntos, aunque el peso de los años nos siga buscando para aplastarnos.



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