miedo

Este viernes recien pasado nos juntamos como hace mucho que no lo haciamos con el amigo Magaña, en un breve encuentro familiar en el que pudimos degustar unas machas parmesanas luego de unos champiñones rellenos en ciboulette y ricotta, para seguir con unas brochetas mixtas y terminar con un suave torta de yogur, entre aperitivos de cachaza y un Casillero de Diablo en copas para la ocasion, la musica por supuesto fueron los tangos de la decada del cuarenta y un poco mas añejos que derivaron al jazz de Gilliespie, los niños tenian sueño y el encuentro concluyo tempranamente.

Me recoste junto a mi esposa y comentamos brevemente el encuentro, entonces ella se arrullo y finalmente se durmio, en tanto me empezo a inundar de pies a cabeza un extraño sentimiento de inubicacion, de asco, se soledad, de pronto tuve la certeza de que yo no era el que estaba ahi, me lleno una sensacion de angustia de pasmo, queria entonces despues de tan agradable velada huir arrancar las sabanas, dejar atras esos niños que no eran mis hijos, esa mujer que dormia en mi pecho, esas imagenes de tv que no conocia, el espasmo duro unos breves minutos, pero no volvi entonces a la realidad, soñe atrocidades e inconexiones, el despertar fue duro trizte extraño.

2 comentarios:

Alvaro dijo...

No se puede tener todo. Se hizo corto. La vida es corta y llena de enredos. Brindis por los tangos. No te hagas mala sangre. Hay tanto que decir, se necesita una pausa de verdad, no esta mierda sustituta de internet. En fin. Se me cuida, un abrazote.

Petruska dijo...

Y bueno, si se gozó de semejantes delicias, ¿cómo no quedar con ganas de más? La solución, pues más de lo que más gusta. Y lo pragmático, lo lógico, lo que debiera ser, el miedo, que se ahogue en un vaso, en un brindis al seco.

Cariños. P.